El Mundial no podía tener mejor campeón que Francia. Fue una de las selecciones más poderosas, la más física y, cuando fue necesario, la más embustera. No había más consigna que la de ganar y los bleus salieron vencedores a título colectivo e individual. Además Deschamps celebra ser campeón como jugador y entrenador al igual que los míticos Zagallo y Beckenbauer. Más que autoritaria, Francia ha sido arrogante en Rusia. No ha dado margen para la sorpresa en una competición presidida por la caída de las figuras y de las favoritas, como la Brasil de Neymar, y si se quiere la Argentina de Messi. A excepción de Modric, elegido Mejor Jugador de La Competición, ningún jugador ha estado por encima de su selección. En un Mundial de muchas sorpresas, la única certeza ha sido Francia. Ha dado la sensación de no tener puntos débiles y de jugar con el marcador, con los rivales, con la gente y con la prensa. Los bleus han dejado que la emoción, y también los elogios, se concentrar